Sin duda un libro excepcional, ganador
del Man Booker Prize, para transitar entre
reflexiones es The Sense of An Ending de Julian Barnes. En este libro figura la memoria como una ficción dentro de nuestra propia vida. La memoria es una parte íntima
de nosotros, donde quedan los recuerdos de ciertas emociones e impresiones. No
obstante, las imágenes y sensaciones van cambiando con el paso del tiempo, y
quizás se deba al cambio dentro de nosotros mismo.
“…what you end up remembering isn’t always the same as you have witnessed.”,(Julian Barnes, The Sense of An Ending, Vintage Books, Random House, 2012)
En las fantasías se desenvuelve el yo que queremos mirar. Hay
ciertos pasajes de nuestra memoria que forman parte de nuestra identidad y por
lo tanto a veces no estamos dispuestos a
que alguien distorsione nuestros recuerdos porque dañan la perspectiva que
tenemos de nosotros mismos. Cuando un tema no forma parte de nuestra identidad
entonces nos resulta más fácil que nuestra memoria se actualice, así como
cuando ignoramos ciertos temas. Las sensaciones se arraigan, en cambio la
información suele quedar en la superficie.
“Sólo un loco podía renunciar a un status quo imaginario. Sólo un loco podía adoptar lo real de la realidad.” (César Aira, Cómo me hice monja, Editorial Era, 1993)
Como una frase célebre de Tolstoi: “el placer es siempre más o menos parecido, pero en
cada dolor hay matices muy sutiles.” El dolor suele llevarnos a la reflexión,
es entonces cuando cuestionamos lo que nos constituye en lo más profundo. En
cambio, en la felicidad se goza de una armonía de nuestra propia naturaleza
con el mundo. De tal forma que la nostalgia, como una aprehensión a lo
inmaterial, nos permite tener presente nuestra intimidad. La nostalgia es otro factor evolutivo del hombre.
“Had my life increased, or merely added to itself?”
(Julian Barnes, The Sense of An Ending, Vintage Books, Random House, 2012)
Es posible que
algunos recuerdos le añada algo a la vida y otros tenga un impacto
trascendental en nosotros. Cuando se quiere indagar en nuestra intimidad
solemos acudir a los recuerdos, porque muchas veces no nos quedó claro el
centro de aquellos sucesos que nos constituyen. Las distorsiones que tenemos al
recordar algo hablan sobre quiénes somos y nuestra percepción sobre el mundo.
“El mundo, Aomame, es una lucha eterna entre una memoria y otra memoria opuesta.”
(Haruki Murakami, 1Q84, Editorial Tusquets, 2011)
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